jueves, 5 de septiembre de 2019

Muerte de un viajero: tragedia del hombre común


En El hombre imaginario, Edgar Morin afirma que el asunto del cine es el mundo “imaginario” de los seres humanos, sus sueños, sus ilusiones, sus pesadillas. El cine se despliega ante todo como una ventana a un universo en donde surgen los deseos, el idilio, los anhelos; también las angustias y los fantasmas familiares.



La muerte de un viajante, la adaptación de la obra de teatro homónima de Arthur Miller, por parte del cineasta Volker Schlondorff, es un ejemplo perfecto de esta afirmación del filósofo francés. En la obra de teatro del año 1949, Miller proponía un juego de iluminaciones en el escenario, con zonas oscuras y esquinas iluminadas. 





En unas de estas zonas nos encontrábamos en la realidad, la cotidianidad de un vendedor viajero, que regresaba con toda su fatiga, arrastrando dos pesadas maletas c la mercancía que había intentado vender infructuosamente; en las esquinas opuestas aparecían el pasado, las evocaciones y el fantasma del exitoso tío Ben: la imagen vida del Sueño Americano. 




En la versión de Schlöndorff, Willy Loman, encarnado magistralmente por Dustin Hoffman, pasa de la realidad agobiante a un mundo imaginario que lo ronda con sus voces de otros tiempos, a través de un juego de espejos. A través de una serie de sutiles flashback sin solución de continuidad, viajamos a otras épocas, cuando sus hijos, eran unos jóvenes prometedores y él un vendedor exitoso. 
Por lo regular, las relaciones entre cine y literatura son difíciles. Los lectores decimos, con razón, que los personajes de la pantalla difícilmente encarnan la imagen que hemos construido de un personaje o de una escena. Mas en el caso de la versión de Schlöndorff, los lectores podemos afirmar que la fidelidad de la obra teatral, la tonalidad, el manejo de la luz y las actuaciones soberbias de Dustin Hoffman, John Malkovich, Kate Reid y Stephen Lang mantienen un tono de sobriedad y contención que apoya con creces los momentos dramáticos de cada escena.




Schlöndorff llega a esta obra después de un larga y rica trayectoria adaptando obras literarias: algunas de sus versiones son Las tribulaciones del joven Törless, basada en la novela de Musil; El honor perdido de Katharina Bloom, novela de Heinrich Böll; Un amor de Swann, de Marcel Proust;  y la más conocida en nuestro medio, El tambor de hojalata, adaptación de la obra cumbre de Günther Grass. 




En la muerte de un viajero, Miller propone una tragedia sin héroe; una tragedia cuyo protagonista es simple y llanamente el hombre común y corriente, un hombre que como dice Biff es “un hombre de seis dólares la hora". Estamos lejos del horizonte épico de las tragedias antiguas; el escenario de la obra son los estrechos espacios de la urbe moderna: un estrecho apartamento en donde hay que cuidar no elevar la voz, si no se quiere ser escuchado por los vecinos. 




Es un mundo en los suburbios de las grandes ciudades, en donde han desaparecido los árboles y los prados, y se han establecido las urbanizaciones, con un estrecho patio de losa en donde Loman -en su locura- pretende arraigar semillas y plantar un huerto.



En esta tragedia no hay espacio para la caída del héroe, pues Loman nunca ha sido un hombre de éxito -salvo en sus sueños, en su ilusa tendencia a soñar y suponer más de la cuenta. Lo único que ha hecho es persistir en creer que basta una jugada de suerte y simpatía para llegar a la cima, viajar y ser temerario para conquistar la jungla y hacerse rico.  




Se necesita toda una existencia para comprender que se puede valer más muerto que vivo, que solo así quedará la hipoteca saldada, y que en fin de cuentas en esta vida a plazos—  siempre han estado al borde de la mediocridad, la miseria y el ridículo y nunca ha conocido el secreto para alcanzar el sueño de hacerse ricos. 

7 comentarios:

  1. No se puede pasar la obra, y el comentario sin mencionar el paralelo casi obligado con "La Metamorfosis"
    El ejercicio de Miller es, entonces la metamorfosis de un ciudadano ejemplar de la sociedad, que ya no se convertirá en un bicho monstruoso, sino que perderá la completa noción de diferenciar la realidad, del recuerdo idílico de un pasado perfecto, y una serie de alucinaciones contra las que lucha mientras se vuelve obsoleto.
    La cascara de naranja yace en el suelo, después de ser exprimida, mientras, además, su entorno construido año tras año para seguir un horizonte del sueño americano que ya aparece entre alucinaciones y recuerdos borrosos.
    Preciosa adaptación y magistralmente actuada que sin duda roba el aliento mientras uno va viendo a el protagonista viajar constantemente al pasado para descubrir, en qué momento se perdió toda posibilidad de futuro

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  2. Hay una pregunta que podría dar un sentido global a la obra de Miller, y es aquella que nos interroga por si es posible subsistir en una vida inflacionaria. Empero, ¿en qué medida comprehende tal sentido? Lo hace en cuanto recoge y permite entender el vivir al día, el depreciarse y resquebrajarse de las cosas, el terminar de pagar una casa que ya no vale lo mismo o el levantarse sabiendo que hacerlo costará la depreciación de lo que se tiene -empezando por la vida misma. Incluso, levantarse (y en ese sentido, vivir) significará el menosprecio de los sueños antiguos, que solo por el pasar del tiempo vendrán a valer menos. Y en esa falta constante de valor, en esa ausencia de capacidad adquisitiva para vivir hay una frase que podría, a su vez, resumir tal sentido: la vemos con mayor fuerza en la película de Schlondorff cuando Willy está saliendo de la oficina de Charlie y le dice a este:

    WILLY: Es curioso, ¿sabes? Después de las carreteras, los trenes, las citas y los años, acabas valiendo más muerto que vivo.
    CHARLEY: Nadie vale nada cuando está muerto, Willy.

    Y entonces Willy, mirando fijamente en el vacío se sonríe por un segundo, y en ese gesto silencioso es como si se respondiera: claro que sí lo vale. Porque mañana, estando vivo, se estará a menor precio. De esa certeza del valor presente, quizá, la muerte del viajero.

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  3. Esta película es una adaptación muy interesante de la obra de Arthur
    Miller en cuanto que representa la decadencia del hombre en una sociedad capitalista. Es la encarnación del héroe moderno que sufre todos los pesares de una sociedad materialista, en la que la persona vale por su capacidad de producción y participación en la misma, por lo que la vejez es como una enfermedad y la desunión familiar y la crisis interna se vislumbran con mayor claridad en esa etapa. De igual forma se resalta la irrealidad junto con los sueños frustrados y cómo estos son un escape que puede llevar a tomar decisiones fatalistas, como la que lo llevó a buscar el suicidio.

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  4. Ese concepto de "Vejez" puede entenderse como el "concepto-imagen" del que habla el autor Julio Cabrera en el primer capítulo del texto: Cine: cien años de filosofía; ya que, es la causa de las problemáticas que aquejan a William a lo largo de la película, y es a partir de las posibilidades de dicho texto audiovisual que se logra dar tanta trascendencia a nuestro personaje principal. Prueba de ello encontramos: los múltiples flashbacks y las ensoñaciones relacionadas a un pasado más indulgente y prometedor.

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  6. A mi parecer, hay un elemento fundamental en la obra de Miller que no pasa desapercibida en la adaptación cinematográfica, y es el hecho de la paternidad y la estructura familiar como eje principal en la formación del sujeto. La escuela es apenas una de las tantas instituciones que se encargarán de moldear a la persona para que se acople a las exigencias de una sociedad como la nuestra, industrializada y moderna.

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  7. En relación con la película: ¨The death of a Salesman", cabe anotar que las vivencias de Willy Loman, pueden ser interpretadas como la representación de la frustración del hombre moderno, al encontrarse con un futuro que no corresponde precisamente a lo que un día soñó y anheló para él y su familia. Willy se siente cansado y decepcionado de su trabajo, del que es despedido sin retribución alguna luego de haberle dedicado los mejores años de su vida. Atado a los recuerdos de un pasado en el que fue feliz y a un arrepentimiento constante por no seguir el camino del éxito al que fue invitado a recorrer por su hermano millonario, Willy emprende de nuevo la búsqueda por hallar las respuestas que siempre ha buscado...

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